La iglesia de Santiago estuvo cubierta en sus orígenes por pinturas murales que adornaban ábsides, capillas y muros. Dichas pinturas, se encuentran desigualmente distribuidas por los diferentes espacios del templo y han sufrido a lo largo de los años diversas intervenciones ya que en determinada época se blanquearon los muros ocultando completamente las pinturas originales.

De los motivos pictóricos que subsisten, el  más importante  se localiza en el ábside y representa un despiece de sillares.
La misma imagen la encontramos en uno de los muros de la nave, solo que en este caso aparece acompañada por la representación alegórica de una cruz de puntas trilobuladas, flaqueada por estrellas y por os instrumentos de la Pasión.

Por último son reconocibles bajo el encalado diversos dibujos y cenefas geométricas aisladas en capillas y muros.